COLABORADOR INVITADO / Blair Glencorse
en REFORMA

(20 Dic. 2019).

En su reciente Informe de gobierno, el presidente Andrés Manuel López Obrador volvió a destacar el combate a la corrupción como una prioridad para su administración. Tiene buenas razones para hacerlo, la corrupción es la raíz de los principales problemas que enfrentan los mexicanos cotidianamente: servicios públicos deficientes, violencia sin precedentes y desigualdad severa. Y las cosas no están mejorando.

En México, la corrupción es vista como una crisis que requiere de una estricta observación y cumplimiento de regulaciones y de instituciones fuertes que las defiendan. El desafío es que si estas leyes y organizaciones no corresponden con la realidad y las relaciones e incentivos que existen dentro de la sociedad -o, peor aún, se corrompen ellos mismos- se convierten en parte del problema.

Sin embargo, centrar la narrativa en “nombrar y avergonzar” ha mostrado que erosiona la esperanza necesaria para apoyar el cambio. La lección más importante que hemos aprendido alrededor del mundo es repensar el esfuerzo anticorrupción, comenzando no con el problema sino con la solución, enfocarnos menos en los marcos legales y más en los valores y la integridad como una forma de cambiar las normas dentro de la sociedad.

En países como Pakistán, Sudáfrica y Nigeria, hemos encontrado que este tipo de enfoques funcionan y de hecho ya lo empezamos en México, con el lanzamiento de nuestra campaña Integrity Icon que consiste en una nominación ciudadana del servidor público más honesto y entregado que conocieran en la CDMX. La respuesta fue muy positiva, con la propuesta de candidatos sobresalientes de todos los rincones de la ciudad.

Con la ayuda de un respetado panel de jueces, seleccionamos los 5 mejores iconos de integridad: desde un terapeuta en la clínica de adicciones del Reclusorio Sur hasta el representante de uno de los pueblos originarios de Tlalpan, además de tres funcionarias que se enfocan en atención a víctimas del terremoto del 2017, a la transparencia presupuestaria en la CDMX y al desarrollo sustentable en Azcapotzalco.

Tras la ceremonia de celebración; comenzaremos a trabajar con ellos para construir una red de integridad para luchar contra la corrupción, desde adentro.

Este tipo de enfoques son críticos para replantear el desafío de la corrupción. La confianza y la credibilidad pública que brindan permite que los ganadores aumenten su influencia e impulsen el cambio. Uno de los ganadores de Integrity Icon en Mali, por ejemplo, fue nombrado posteriormente Ministro de Justicia y ahora está tomando medidas drásticas contra la corrupción. Otro de nuestros Íconos de la Integridad en Sudáfrica ahora es parte de un nuevo comité de ética para reformar el sistema de rendición de cuentas a nivel nacional.

La solución a la corrupción y al crimen organizado radica en una visión y compromiso de largo plazo, no con una nueva Guardia Nacional, sino a través del apoyo a los miles de servidores públicos honestos en México. Las redes criminales prosperan porque se unen para protegerse mutuamente. Necesitamos construir y mantener coaliciones de personas con integridad que colectivamente puedan hacer lo mismo. Esto nos mantiene a salvo, crea esperanza y cambia las normas: cuanto más se normalice hacer lo correcto, menos aceptable será el incumplimiento de las reglas.

Si la “Cuarta Transformación” busca realmente un proceso de cambio, el mejor punto de partida es cambiar la narrativa en torno la corrupción. Encontrar y apoyar gente haciendo lo correcto. Esto nos inspirará a todos, nos motivará a apoyar a modelos a seguir y así se comenzará a reconstruir la confianza entre el Estado y los ciudadanos mexicanos.

El autor es director ejecutivo de Accountability Lab, organización ganadora del Premio Internacional a la Excelencia en la Lucha Anticorrupción.

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